07/02/2025 Mi Dios está lleno de amor por ti. ¿Alguna vez has conocido a un Dios que entregara a su Hijo Único por ti? Ningún otro dios haría eso. Porque todos los dioses son demonios. Eso es lo que hizo mi Dios. Dios envió a su Hijo Jesús a la tierra hace unos 2000 años. ¿Por qué? Porque pecamos al principio de la creación y perdimos nuestra buena relación con Dios. ¿Qué es ese misterioso crucifijo que la gente lleva alrededor del cuello y con quién intentan hablar cuando oran? ¿Te lo has preguntado alguna vez? Debido al progreso de nuestros pecados, Dios vio que necesitábamos un remedio, así que envió a su precioso Hijo, quien también vino voluntariamente para que todos nuestros pecados fueran puestos sobre sí como castigo. En otras palabras, todos habíamos marcado en nuestras vidas la palabra “¡Culpable!”, y gracias a la ofrenda de Jesús, ahora podemos recibir el certificado de “Inocente”. ¡Guau!, pero la condición es que debemos aceptarlo como un regalo gratuito. ¡Qué Dios tan maravilloso, que nos dio la creación, la sabiduría y nuestras almas para aceptar su regalo! Él no conoció pecado, y sin embargo, mientras aún éramos pecadores, murió en nuestro lugar.

Dios derramó su ira sobre nuestro hijo, y en este glorioso misterio podemos depositar nuestra esperanza de alcanzar el cielo. Solo podemos entender esto si nacemos de nuevo. En la Biblia (la palabra inspirada de Dios puesta en boca de hombres), escrita con la sangre de muchos y de quienes dan testimonio, vemos que Jesús dice en Juan 3:3: «Jesús declaró: De cierto, de cierto os digo: El que no nazca de nuevo no puede ver el reino de Dios». Así que vemos que es difícil aceptarlo, querer entenderlo o incluso creerlo, porque con nuestras propias fuerzas no podemos. Por eso debemos nacer de nuevo, para que podamos ver a Dios con nuestro Espíritu. Entonces nuestro espíritu puede invocar a Dios como Abba Padre. Incluso podemos sentir su Santa Presencia aquí en la tierra ahora mismo. Ruego por mí y por ti para que la recibamos una vez y para siempre.

Dios es Espíritu, y debe ser discernido como Espíritu. ¡El momento es ahora!